miércoles, 2 de mayo de 2018

La Revolución Lanar

LA REVOLUCIÓN DEL LANAR

A-     Su expansión
Luego de la Guerra Grande el censo de 1852 señaló una modesta existencia de ovinos. Apenas 800.000, y de ellos sólo un 16% eran mestizos. […] la Guerra Grande había paralizado los progresos de refinación e importaciones de ovinos de raza de Europa e incluso se perdieron majadas enteras refinadas y reproductores que habían costado mucho dinero a sus importadores, algunos estancieros europeos. En 1860 la existencia se ha recuperado mucho, llegando a tres millones de cabezas, fundamentalmente debido a esos años de paz. Pero el salto cuantitativo que dio entre 1860 y 1868. En este último año es probable que el stock ovino nacional alcanzara a los 16 millones de cabezas. Además, como al término de la Guerra Grande se reanudó la importación de sangre finas de Europa, la mestización con carneros merinos franceses y alemanes hizo subir el promedio de rendimiento de lana por cabeza, de aproximadamente 500g a [1.150 kg] hacia fines de la década del 60. Esa lana ya tenía cierto nivel de calidad que empezó a ser conocido en Europa y por lo tanto se abrió otro rubro exportable para la producción agropecuaria uruguaya.
“La difusión de la cría del ovino significó la modificación de la estructura económica rural desde la Colonia. La lana quebró la “edad del cuero” y fue un vehículo de modernización, pues permitió al país ingresar a mejores niveles de exportación económica. El ovino impulsó la tecnificación del agro (baños, bretes, alambrado) y demandó mano de obra “especializada”, que se asentó en la tierra y ascendió socialmente gracias a él. Elemento de pacificación en el campo, permitió el surgimiento de un nuevo sector social con espíritu de empresa y mentalidad moderna, capitalista.
La buena calidad de la lana amplió los mercados exteriores del país. Acentuó su dependencia pero diversificó nuestros productos exportables y nuestros mercados de consumo, distribuyendo esa dependencia entre varios centros económicos mundiales. El ingreso que captó del exterior representó un fuerte enriquecimiento para el pago, lo que le permitió después intervenir en otros rubros de la modernización: alambrado, mestizaje vacuno.”
B-      Motivos de la expansión
Varias causas se conjugaron para que el lanar se expandiera por toda la República y para que creciera la producción de lana. En primer lugar una fuerte demanda uruguaya. A medida  que avanzaba el siglo XIX la producción de las naciones europeas que se dedicaban a la industria textil se hizo cada vez más insuficiente. Inglaterra, Francia, Bélgica, apenas si podían alcanzar a cubrir el 44% de lo que la industria británica necesitaba, o el 27% de lo que necesitaba la francesa. Recurrir a los lugares donde podía producirse lana de buena calidad y barata, se hizo un imperativo para los industriales europeos.
En la década del 60 también ocurrió un hecho que nos favoreció. La Guerra de Secesión de [los] Estados Unidos (1861-1865) anuló el envío de algodón americano a Europa. Desprovista de una de las dos fibras textiles que alimentaban a su industria, Europa tuvo que volcarse necesariamente a la compra de lana en mucha mayor cantidad que hasta ese momento.
[…]. Los estancieros criollos se fueron acercando al lanar cuando observaron que sus pares extranjeros radicados en el país, acometían su explotación con buenos resultados económicos. Lo que primero fue visto por los criollos como un trabajo de “gringos” (la cría de ovinos), pronto se les presento como un buen negocio. Sobre todo cuando, […], la abundancia de ganado vacuno había llevado a que de él sólo se valorara el cuero. La cría vacuna por un lado y el hecho de que el ovino complementara, sin sustituirlo, al vacuno, tanto en el consumo de los pastos como en las eventualidades comerciales, hizo que su exportación se generalizara en la República. El ovino fue visto como una especie de seguro climático y económico[1]. Cuando había sequía y el ganado vacuno podía morir, el ovino resistía mejor. Algo semejante ocurría en el plano de la comercialización: años en que bajaba el precio del cuero, subía el de la lana; y a la inversa, años en que podía decrecer el precio de la lana, mostraban cotizaciones favorables para el cuero vacuno. La dificultad del nuevo rubro de explotación convenció a los estancieros criollos de las ventajas de la cría del ovino. Ello explica la generalización de la cría de la especie en todo el territorio nacional.
DOCUMENTO: “Visión de contemporáneos sobre la introducción del ovino”
Juan Mac Coll señala en 1861:
“Aunque la riqueza del país puede ser, y de hecho ahora consiste, en ganado vacuno, es necesaria poca reflexión para convencernos que el futuro de este país está atado a la cría de la oveja. La subdivisión de la tierra que ella trae, el número de gente que ella emplea y los hábitos de paciente atención y subordinación que ella engendra, son bendiciones que no pueden ser demasiado apresuradas”.
[…] “A medida que la población aumenta y más capacidad se requiere para ganarse la vida, las latentes energías del gaucho saldrán adelante, y en la lista de los agentes civilizadores, la cría de la oveja está destinada a ejercer una influencia poderosa. El gaucho es ya nuestro más seguro pastor. Alojados en un confortable puesto, con una cama decente para dormir, alentado a casarse y enseñado a cultivar un pedazo de tierra para el uso de su familia, está siendo rápidamente apartado de sus hábitos nómades y convertido en un miembro de la sociedad; y los que experimentan con las revoluciones, si alguna desgraciadamente surgiera otra vez, lo encontrarán muy nuevamente a sus seducciones”.
Lucio Rodríguez Diez escribió:
“[…] participamos del axioma inglés de que la oveja es el gran colonizador universal. Así vemos a la Australia, Nueva Zelandia, El Cabo de Nueva Esperanza y el Río de la Plata mismo, modificar sus hábitos salvajes de criadores de yeguadas y ganados alzados, en que los pastores viven en el mismo estado que los animales, para entrar a la vida del puesto fijo, de la familia y del cultivo de la tierra”.
[…] “La oveja, que da dos producciones al año –un cordero y un vellón– y que nunca muere, porque deja su carne y el beneficio del cuero, tiene para el agricultor otra importancia y es el de abonar sus tierras”.
El viajero inglés Mac Cann:
“los propietarios de campos, dueños de grandes cantidades de vacas y ovejas forman una clase: los peones y pastores forman otra; pero los inmigrantes empiezan a formar una clase inmediata de pequeños propietarios de ganados, semejantes a nuestros yeomen”.
Escribía J.H. Murray en 1868-1869:
“Ahora, cuando se piensa que a un hombre que es incapaz de trabajo duro en Inglaterra, aquí se le provee con una casa, y comida para sí mismo y su familia, en un hermoso clima; que si se conduce bien está seguro de ser tratado bien; que puede vivir de un salario, el que llega a 37 o 38 libras por año, el 7% de interés en el Banco; habilitándolo en dos años, para ser propietario de una majada adicional de su patrón, por la que se le pagará; qué, pregunto, puede igualar todo esto en cualquier parte del globo en el presente?”.
J.P. Barrán, B. Nahum, Historia Rural del Uruguay moderno, Tomo 1, Montevideo, EBO, 1967.
C-      Consecuencias

Desde el punto de vista social, el ovino contribuyó a repoblar el campo y la estancia, porque se necesitaba mucho más personal para su cuidado. […] desde el momento en que en una estancia, porque se necesita mucho más personal para su cuidado. Casi cinco veces más, desde el momento en que una estancia de 1.000 [hectáreas] podían ser mantenidas 4 ó 5 majadas de entre 1.000 a 1.200 cabezas, cada una de las cuales debía estar al cuidado de un pastor.
[…], sedentarizó a la población rural, puesto que ese pastor debía permanecer en un puesto fijo, desde donde realizar el cuidado de las ovejas a su cargo. De esta restó gente dispuesta a acompañar las incesantes revoluciones. […], fortaleció una clase media rural a la que era más fácil llegar a la explotación del ganado menor que a la del ganado vacuno, no disponiendo [la tierra y el capital] necesarios […] para desenvolverse con comodidad en la explotación del bovino. Si, en cambio, para llevar adelante la explotación del ovino, que necesitaba menos tierra y cuyo precio por cabeza era más bajo. Finalmente y por las formas de explotación necesarias al ovino, se facilitó el ascenso social, y quienes empezaron como puesteros, o simples pastores de una majada, fueron retribuidos por un tercio del procreo anual de ella, o su mitad, o con una parte de la lana que produjera, lo que habilitó a muchos hombres sin capital a iniciarse por su cuenca en una explotación que luego les permitió acceder a la tierra y convertirse en propietarios.
AÑOS
     EXISTENCIA DE OVINOS
EXPORTACIÓN DE LANA
1852
795.000
1:7 K
1860
2.594.000
-
1863
3.618.000
4:7
1868
16.521.000
18.9 K
Desde el punto de vista económico, las consecuencias fueron también de gran importancia. En primer lugar hay que señalar que el ovino significó la quiebra de la tradicional “edad del cuero” en la que el país había permanecido desde su época colonial. Hasta 1862 la lana fue el 10,6% del total de la exportación uruguaya, pero apenas 10 años después, en 1872, ya constituía el 24,4% y en 1884, con el 27,2% de la explotación total, superaba por primera vez a los cueros y quebraba definitivamente la vieja primacía del vacuno en los rubros de exportación.
Valores de exportación
1872
1884
TOTAL
$ 15:5
$ 24:7
Cueros vacunos
$ 5:5 (35,6%)
6:5 (25%)
Lana
$ 3:8 (24:4%)
6:7 (27,2%)

Obviamente, esto significó diversificar los rubros exportables uruguayos. Al tasajo y los cueros había que sumar ahora la lana. […] a su vez trajo como consecuencia la diversificación de los países compradores, de los mercados externos. Mientras se vendían los cueros a Inglaterra y Estados Unidos, mientras el tasajo iba, como siempre, a Brasil y a Cuba, la lana empezó a ir a Francia y Bélgica. Es necesario subrayar esta característica nacional, puesto que la diversificación de los rubros de exportación y la diversificación de los mercados compradores no eran lo común en la América del siglo XIX. En esa diversificación y en esa menor dependencia relativa de los centros industriales europeos, hay que encontrar uno de los motivos de nuestra futura prosperidad como nación.
Mercados exteriores de la lana
1862
1873
Bélgica
K   318.000 (11.2%)
K        6.431.000 (40.1%)
Francia
     2.096.000 (74.0%)
           4.687.000 (29.2%)
EE.UU.
     150.000 (5.3%)
           2.697.000 (16.8%)
Inglaterra
     265.000 (9.3%)
           1.088.000 (6.7%)
Total
     2.829.000
           16.025.000
[Políticamente] las consecuencias fueron relevantes. Con el asentamiento del ovino la paz se hizo necesaria, porque la destrucción del ovino significaba la destrucción de la riqueza presente y futura: la lana. Ella posibilitaba la aparición de la empresa-estancia y en su defensa los hacendados progresistas fundaron en plena guerra civil su núcleo gremial, cuya primera demanda fue la paz. El 3 de octubre de 1871 se fundó la Asociación Rural del Uruguay con el programa de que establecer el orden interno era asegurar el progreso económico nacional.
El ingreso del capital extranjero
[La] década del 60 presenció el ingreso de las primeras inversiones extranjeras al país. Como es lógico suponer, en el interés de estos hombres estaba la búsqueda de la alta rentabilidad, para conseguir la cual se hacía imprescindible el orden interno. Entre las inversiones principales debe anotarse la fundación del Banco de Londres y Río de la Plata en 1863. Había que convertirse, junto con el Banco Comercial, en el banco más sólido de la plaza, al que su respaldo por la finanza británica debía atraer el concurso del capital nacional, como efectivamente ocurrió.
En el primer quinquenio del 60 se fundó en Fray Bentos la fábrica Liebig de extracto de carne. Su concepción de la matanza e industrialización de la carne como una fábrica moderna hizo que su producción fuera de gran importancia y sus requerimientos de ganado oriental sumamente fuertes (100.00 cabezas en 1870). La empresa se aprovechó de la baratura del ganado, provocado por el exceso de cabezas (“plétora de ganado”), del empleo de una mano de obra también barata y de un mercado de colocación de buena capacidad adquisitiva, como era el europeo. Fue una inversión extremadamente rentable y hacia 1890 se sabe que remitía como ganancia a Europa cifras equivalentes al 25% anual sobre el capital invertido.

[…] en 1864 la banca londinense financió el primer empréstito externo uruguayo: el llamado “Montevideano-Europeo”. El Barón de Mauá llevó parte de la deuda pública a Londres, donde 4:700.000 pesos de ella se convirtieron en el empréstito de 1 millón de libras esterlinas aportado por los banqueros londinenses. […], los banqueros estaban interesados en cobrar los intereses del préstamo y eventualmente recuperar su capital. Para lograr ambas cosas, la paz interna era un elemento imprescindible.

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